No obstante, globalmente hablando, dichos estudios sugieren que el ejercicio físico moderado ejerce un efecto profiláctico y, sobretodo, terapéutico en las depresiones leves o moderadas. En las depresiones graves la prescripción de ejercicio físico como tratamiento antidepresivo, simplemente no es factible, pues los propios síntomas depresivos -como la apatía, la pérdida de motivaciones y la pérdida de capacidad de disfrutar- impiden que dicho tratamiento pueda llevarse a cabo. A partir de los estudios publicados tampoco es posible afirmar de qué forma el ejercicio físico actuaría terapéuticamente sobre la depresión.
Esencialmente son tres las hipótesis más evaluadas:
- El ejercicio físico aumenta la liberación de endorfinas en sangre. Estos opiáceos naturales, si bien tienen un efecto relajante y de bienestar, no ha podido demostrarse que modifiquen el funcionamiento bioquímico del cerebro.
- El déficit de algunos neurotransmisores (como la noradrenalina o la serotonina) podría ser la causa de la mayor parte de los episodios depresivos. El ejercicio físico se ha sugerido que podría aumentar la cantidad de neurotransmisores en el cerebro. No obstante, este hecho todavía no ha podido demostrarse en los humanos.
- El ejercicio físico facilitaría la focalización de la atención del paciente sobre aspectos gratificantes que sustituirían a las preocupaciones o pensamientos de desesperanza propios del paciente afecto de una depresión.
Fuente: http://www.forumclinic.org/enfermedades/depresion/actualidad/ejercicio-fisico-y-depresion